03 abril 2010

El botín de Atolondrado. Alfredo Gómez Cerdá

Atolondrado es el mote con el que más se conoce al capitán del barco pirata, pero no el único. También es Pendenciero, cuando hay que abordar otros barcos para robarles el botín; Pierna suelta, no se sabe si por la pata de palo o por cómo duerme la siesta; Melancólico, cuando se acuerda de sus hijos y de la Crustáceo, su mujer, y finalmente Llorón, cuando el recuerdo de su casa y sus hijos se hace más intenso.
De la misma forma que Pendenciero es implacable a la hora de abordar barcos y atesorar un gran botín, Atolondrado lo es para perderlo, olvidarlo o dejárselo robar en un descuido. Cuando llega a su casa después de una larga travesía lo suele hacer con las mano vacías. Como a la Crustáceo, que tiene más carácter que él y que toda su tripulación junta, no le gusta un pelo aquello, va a tomar cartas en el asunto.
El botín de Atolondrado es un libro principalmente de humor, aunque también hay aventuras y una puesta en cuestión de los roles habituales de hombres y mujeres.
Las ilustraciones de Sara Rojo son muy simpáticas y por ende los personajes.
El libro está dedicado a su nieto (se me ha adelantado en eso de dedicarle un libro):
A Marcos, que pronto aprenderá a navegar por estos mares de tinta.

Si vais a estar en Madrid, estáis invitados a Premios Nacionales en la Biblioteca Nacional de España: Alfredo Gómez Cerdá

3 comentarios:

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.