28 diciembre 2014

Por qué no me dejaron entrar al preestreno de Big Eyes, de Tim Burton

Hace dos días se estrenó en España Big Eyes, la última película de Tim Burton, una historia basada en hechos reales sobre una pintora especializada en figuras con grandes ojos y de su marido, que firmaba los trabajos y se ocupaba de venderlos.

Yo he tenido una relación muy peculiar con esa película. Hace casi un mes, me llamó una chica que se identificó como encargada de relaciones públicas de la distribuidora de Big Eyes en España. Se llamaba Lino y tenía acento oriental. Me comunicó que estaban muy interesados en que acudiese al preestreno de Big Eyes. Yo me sentí muy halagado. El tema de la pintura/ilustración les debía de haber llevado hasta mi blog y por eso querrían que cubriese el evento. Le dije que me encantaba Tim Burton, y que lo consideraba uno de los directores más "lijeros". Lino dijo "que sí, que sí", aunque me pareció que no entendía nada. Me pidió la dirección de correo electrónico y ese mismo día me llegó la acreditación para acudir al preestreno. Ella misma estaría esperando en la puerta del cine para recibir a todos los invitados.
Qué emoción. Me puse mis mejores galas (que tampoco son tan buenas) y acudí ese día a esa hora a ese lugar. Había mucha prensa y famosos ya en los alrededores del cine. Yo me acerqué a la única chica con rasgos orientales que había junto a la entrada.
-¿Eres Lino?
-Lino Zen Te, ¿y usted?
-Jorge Gómez Soto -le mostré la acreditación.
Ella miró una larga lista, miró mi cara, la lista, mi cara, lista, cara, lista, cara... y torció su gesto.
-¿Podrías quitarte las gafas?
-¿Perdón?
Me repitió la petición y yo accedí, sin entender nada. Esta vez rebuscó entre varios papeles que tenía en un archivador y volvió a girar la cabeza veinte veces hacia mí y hacia uno de esos papeles.
-Lo siento, señor Gómez Soto. Todo ha sido un lamentable error. No puede entrar. Creíamos que usted...
No quiso decir nada más. Enseguida llegó el siguiente invitado, el actor Antonio Rebolludo, y Lino se fue hacia él.
-Pero... -dije, mientras me volvía a poner las gafas y veía todo nítido.
La foto que sostenía Lino era mi foto de perfil en las redes sociales.
Ya sabía por qué me habían invitado y por qué ahora no me dejaban entrar.




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